viernes, 17 de mayo de 2013

Aquel mundano Némesis

¿No creyeron que lo haría, verdad? Si, les hablo a ustedes, arquitectos anónimos de esta entrada.

El hombre (y la mujer [¿que?, tenia que iniciar con un paréntesis inoportuno]) es un ser de disfrute, goza de cosas simples: comer, procrear, dormir, procrear, amar, procrear y por supuesto, estudiar la mecánica cuántica de la realidad. Yo, a pesar de toda mi genialidad, no soy ajeno a estos placeres, y uno de mis favoritos es tener un Némesis (en realidad son tres, ¿pero quien los cuenta?).

El Némesis, la antítesis, es necesaria, es la sombra contra la que te defines, propulsa la superación personal, el deseo de gloria, y lo mas importante: es jodidamente gracioso estar durante horas discutiendo sobre un tema solo por el deseo de ver quien tiene la razón (yo la tengo siempre, solo que mis adversarios no lo admiten, que los hados se apiaden de ellos por tal blasfemia), y poder decir: "Te lo dije".

Para desarrollar un Némesis hecho y derecho tendrás que buscar aquellos sujetos con el ego lo suficientemente inflado, lo que en estos tiempos de abundante narcisismo no es muy difícil (en un gimnasio no tardarías ni 5 minutos en encontrar material de primera). Tantea su testarudez, y en lo posible, nivelate a ella: si tiene demasiada podrías desfallecer discutiendo, ya que estos enfrentamientos pueden alargarse hasta tiempo medible solo en eras geológicas, en cambio, si no es lo suficientemente terco, podría rendirse muy fácilmente, lo que no seria nada divertido.

Una vez encontrado el contendiente ideal, hazte visible, que recuerde que existes y que estas atento,  en cuanto cometa el primer error estarás tu para restregárselo en su cara, ufanarte y de ser posible realizar un registro fotográfico del momento desde varios ángulos. Y por supuesto, nunca le permitas olvidar, cuando intente contrariarte, recuerdale sus fallos y tus aciertos, una y otra vez, incluso si no tienen nada que ver.

Todo esto te condicionara a ti y a tu archirival, tal cual ratones de laboratorio, a un punto donde no tendrán ni idea de por que, como, cuando y donde iniciaron una discusión; tal vez hasta obtengan visión de túnel. Una vez alcanzado ese estado, la rivalidad se estableció, ahora solo queda ganarla, y por mi flojera, esa sección no viene incluida en este post.

Bueno, aquí concluye esta entrada, ya es tiempo de realizar algo productivo (no, esto no cuenta) y recuerden: "De vez en cuando incluso el genial Homero se equivoca."

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